En tiempos de la Modernidad líquida (concepto desarrollado por Zygmunt Bauman) nuestras sociedades se caracterizan cada vez más por la inestabilidad y la inmediatez. De hecho, uno podría pensar que actualmente el nivel de desarrollo de un país se mide por la facilidad de acceso a múltiples fuentes de gratificación inmediata.
Las redes sociales, las compras online, la comida rápida ultra procesada, las casas de apuestas o el consumo de sustancias, se convierten en formas rápidas y fáciles de sentirme bien, al menos por el momento… ¿pero que nos aportan a medio y largo plazo?
La necesidad de satisfacción instantánea y la dificultad para tolerar la frustración se han convertido en factores clave en el desarrollo de conductas compulsivas para muchos de nosotros porqué, aceptémoslo, todos, en mayor o menor medida, hemos sentido que alguna conducta nos domina más de lo que quisiéramos.
Puede ser revisar el móvil cada pocos minutos, comer sin realmente tener hambre, comprar impulsivamente o ver una serie hasta altas horas de la noche aunque al día siguiente tengamos que madrugar. A simple vista, pueden parecer hábitos inofensivos, pero cuando estas conductas empiezan a generar malestar, interferir en nuestro día a día o convertirse en nuestra vía de escape ante el estrés, tal vez haya llegado el momento de prestarles más atención.